Secretos tras las puertas: el surrealismo onírico de Remedios Varo
Artista visionaria, una de las exponentes del surrealismo que floreció en México.
“La visión o imaginación es una representación de lo que existe eternamente, de manera real e inalterable”, escribió alguna vez William Blake.
Si entendemos las visiones en el contexto de lo onírico, ¿pueden estar en nuestro subconsciente esas puertas de la percepción a las que hacía referencia Aldous Huxley? que por cierto, estuvo muy influenciado por la obra de Blake, que a su vez inspira a Jim Morrison de The Doors.
Los surrealistas intentaban captar por múltiples métodos instantáneas del inconsciente, como en los sueños. Poetas y artistas de la vanguardia bretoniana se ocuparon de explorar el umbral entre vigilia y sueño, sugiriendo al espectador mundos en los que se continúan proyectando los deseos, como decía Bretón.
Correr la cortina, asomar la mirada a ese cuarto oculto de nuestra psique y hacer visible lo invisible, ¿no es tentador? Renunciar a la representación del mundo perceptible a los ojos físicos.
Quizás, guardamos un inextricable vínculo con lo estelar y lo cósmico. Una consonancia entre lo humano y lo animal, lo híbrido, todo aquello que constituye el cosmos. Y orbitamos en una incesante metamorfosis.
Remedios Varo, una de las artistas más fascinantes del siglo XX, maneja y representa temas cotidianos de manera sorprendente y única. Nació en Girona, España, en 1908. Se formó académicamente en Madrid, y fue miembro del surrealismo catalán y parisino en los años 30. El movimiento artístico del Surrealismo, emerge de la escuela vanguardista luego de la Segunda Guerra Mundial.
Algunas influencias evidentes en la creación artística de Remedios, han sido pintores como El Greco, Goya y El Bosco, así como en la literatura han sido Julio Verne y Edgar Allan Poe.
Dentro del mundo onírico que nos plasma Remedios Varo, tenemos el claro ejemplo de la obra Bordando el manto terrestre (1961). Tejiendo un mundo naciente con hilos, a ritmo de la melodía de un flautista que se encuentra al fondo.
Remedios pertenece a un linaje de artistas cuya obra es inclasificable, dice Natalia Pollak. En sus trabajos, la figura de la mujer está despojada del determinante de “objeto de deseo”, es mucho más: las mujeres son artífeces, magas y alquimistas que como dice Octavio Paz en Visiones y desapariciones de Remedios Varo, tejen y destejen los hilos de la vida, la muerte y el tiempo.
Poseedora de una potente imaginación e interesada por la naturaleza de los sueños, construyó un universo propio poblado de criaturas y escenarios que parecen animarse a sí mismos desde su propia irrealidad. (Dra. Luciana Jiménez, Directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura México.)
Su imaginación hace posible trasladar la cotidianidad a una dimensión rica en símbolos , pintando un sueño y al mismo tiempo una realidad. Aproximarse a la obra de Remedios implica abrir la imaginación hacia una iconografía transhistórica que une diferentes culturas y mitos, y a una plétora de mundos interiores que la identifican con el nuestro. (Natalia Pollak, Directora del Museo Arte Moderno de México)
El cultivo de analogías entre el surrealismo y la alquimia
A través de una obra, el autor sublima a través del pincel o el lápiz desde sus fascinaciones y misterios que descienden de la fantasía y símbolos maravillosos, hasta el duelo y el trauma que se han enraizado en la psiquis más oculta: el cuarto oscuro del inconsciente. Remedios Varo, nos comparte este secreto que se esconde detrás de esa puerta: lo fascinante, lo repulsivo, lo extraño que emerge del sueño.
En “Mujer saliendo del psicoanalista”, vemos a una mujer envuelta entre los movimientos de su túnica verde, que tapa parcialmente su rostro y carga con una máscara que es parte de la propia túnica, casi como queriendo dar presencia a aquello que se oculta, el secreto y sujeto que escapa. Los ojos descubiertos de esta máscara, haciendo alusión quizás a la acción de quitarse la venda y enfrentar la verdad.
Detrás de la mujer, en la puerta del consultorio hay una placa con la transcripción “Dr. F. J. A.” Según ella misma cuenta en sus notas, son las iniciales de Freud, Jung y Adler.
La cabeza que sostiene en sus manos es la de Peret indicando que …tira la cabeza de su padre a un pequeño pozo circular, un acto que es correcto hacer al salir del psicoanalista, y el resultado es que puede quitarse una de las capas del velo. Sin embargo, igual que quedan aún otros “desperdicios psicológicos” en el cesto que lleva, a ella también le quedan capas del velo que le cubren la boca y la dejan muda.
Las obras de Remedios, son fruto de la interrelación de investigación y experiencias de su vida, elaboradas como una gran constelación de relatos de su infancia europea (marcada por innumerables mudanzas), raíces y tradiciones medievales, su búsqueda espiritual y el exilio a México, una ciudad en pleno florecimiento artístico y cultural. Entre sus métodos de trabajo, la exploración psicoanalítica fue clave para plasmar con instrumentos surrealistas y de la naturaleza, su lectura del cosmos, el conocimiento del mundo, donde predominan el simbolismo y lo fantasmagórico. En este viaje, su poética visual es influenciada por el uso de alegorías e historias moralizantes del muralismo que conoce en México.
Conocida por su pintura y dibujos oníricos, pero que abarcaba mucho más: Remedios era una artista e inventora polifacética. En sus obras están presentes sus conocimientos de medicina, botánica, zoología, cosmogonía, música, e incluso las ciencias ocultas o esotéricas. Con una marcada búsqueda espiritual, donde su interés de crear la armonía entre la interrelación de las cosas, derivan en su narrativa una fuerza de observar los ciclos y movimientos de los astros.
Remedios exploraba el arte de una forma metódica y explorativa, como parte de una indagación espiritual. Se nutría de muchas ideas que surgían de su hábito de lectora voraz, que recorría desde la filosofía hasta relatos de ciencia ficción. Fue también una inventora de máquinas y artefactos de locomoción, pero sus diseños eran fantásticos e imposibles.
Una de sus amistades más cercanas, fue Leonora Carrington, otra artista del movimiento surrealista fascinante que conoció en México. Con ella compartía su interés por la magia y el ocultismo, y pasaban mucho tiempo visitando mercados en busca de ingredientes para recetas y pócimas mágicas. Con asiduidad, se comparan a estas dos grandes artistas, ya que en su narrativa simbólica y estilo sobresalen algunas similitudes, y al principio puede ser fácil confundirlas. Sin embargo, al profundizar más en el trabajo de ambas, notamos que son muy diferentes. Habrá tiempo para adentrarnos mejor en la vida y obra de Leonora, que merece ser la protagonista de su propia historia.
Remedios exploraba el mundo terrenal y celestial no sólo a través de las artes plásticas, sino que también se sumergía en una fuente inacabable de ideas que plasmaba en apuntes de sueños, poesías, bosquejos de cuentos infantiles, recetas de cocina visionarias, novelas, y una curiosa predilección por escribir cartas a seres anónimos como juego: por el puro placer de redactarlas. Con Leonora Carrington, con quien compartía estas pasiones, gestaron un proyecto de cadáver exquisito donde escribieron una obra de teatro. Y en otra ocasión, también una novela de nombre “La trompetilla acústica”.
En su entusiasmo por la lectura de los confines del subconsciente, Varo en sus apuntes tomaba nota de sus sueños y pesadillas. Una de ellas, culminó en una obra denominada “Presencia inquietante” (1959), que narra el encuentro que tuvo con una presencia que le daba órdenes, entre ellas le exigía mantenerse totalmente quieta. En un cuadro de colores fríos donde los tonos azules predominan entre oscilaciones oscuras y rincones de sombras densas, la atmósfera que nos presenta es tenebrosa y lúgubre. El personaje de la presencia la acecha de espaldas, irrumpe de la tapicería del respaldo de la butaca y arremete con su lengua órdenes que no podemos descifrar, busca chupar con lascivia su cuello, lo que no nos priva el escalofrío de imaginarnos en su posición de presa de este abuso y trance macabro. El miedo trasciende del rostro de la dama, que tiene rasgos semejantes a los de la pintora, y nos brinca en la cara antes de ser conscientes de su advertencia. Los espectadores del arte, solemos ser esa presencia anónima que espía estos cuartos ocultos del artista, que expone en códigos simbólicos como un desafiante acertijo de sus mentes. A veces sólo se trata de invocar a las emociones y presencias que ya los visitaron para hacernos testigos de la escena.
Su última pareja, Walter Gruen, recogió las notas sobre el sueño de la artista y nos facilitó una transcripción de este junto con comentarios que nos esclarecen la visión del mismo.
Hay dos angostas puertas ubicadas detrás de la figura de la mujer, a la izquierda el sutil vistazo de unos escalones, a la derecha un pasillo en zig zag, que sugiere otro destino en penumbras. Es un cuadro de una violencia que oscila desde el erotismo y rompe en alusiones sexuales que insinúan el potencial de vida en los objetos inertes que lo componen, acompañado de sentimientos latentes que emergen de la mujer, quien ha liberado una energía abrumadora y siniestra. En sus manos, sostiene la despellejada mesa de madera, donde en su apertura escapa y extiende algo tan antinatural como una larga viña rastrera, que dispersa sus raíces por el espacio y los suelos, hasta bifurcarse en las dos salidas: esas puertas enigmáticas, donde las ramificaciones se deshilvanan hacia lo desconocido, aquello que no podemos ver.
Naturaleza muerta resucitando (1963) es la última obra que Remedios Varo pintó antes de morir. Esta composición gira en torno a una vela, como una alegoría al sistema solar, y al fondo si llegamos a notar se vislumbra una estrecha puerta. Una puerta al universo desconocido, que podría ampliar nuestra percepción. A diferencia de sus otras obras, en esta hay ausencia de personajes. La mesa, evoca el símbolo de lazos familiares, de fraternidad y hermandad. En el centro, la vela: la iluminación no sólo física, sino también etérea. La culminación del peregrinaje espiritual y artístico de Remedios Varo.
Humanos, permaneciendo dentro de un cuarto en un mundo basto, en penumbras, añorando trascender la mortalidad y la iluminación no sólo de la mente, sino del alma. Pero no llegamos a ver la puerta, entre nuestras pasiones y las limitaciones propias de la materia, esa realidad continúa oculta como un enigma a la que solo nos asomamos en nuestros sueños.
Bibliografía:
“Constelaciones, Remedios Varo.” Victoria Cirlot, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires., 2021.
“Remedios y el surrealismo. En Catálogo razonado de la exposición Remedios Varo 1994.” Del Conde, T. (1994). México: Museo de Arte Moderno, p. 26.
“Cartas y sueños y otros textos.” Remedios Varo. (1994). México: Era ediciones.
“Visionarias”. Josep M. Catalá, 2019.